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El gobierno de Costa Rica continúa proyectando un crecimiento económico positivo en 2009, lo que puede conducir a graves errores de política económica.
 
En enero el indicador mensual de actividad económica (IMAE) cayó 4.5% frente al mismo mes del año anterior. A finales del mes se publicarán las cifras del PIB del último trimestre de 2008, las que posiblemente registrarán un descenso entre 1% y 2%. Los analistas del Citigroup Global Markets Jorge Pastrana y Hilda Ramírez bajaron su estimativo de desempeño del PIB en 2009 de –2% a –3%.

Sin embargo, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha mantenido invariable su proyección de un crecimiento del PIB para este año de 2,2%, que fue el que incluyó en el programa macroeconómico que publicó a finales de enero. Por otro lado, el Presidente Oscar Arias y su ministro de Finanzas Guillermo Zúñiga han señalado que el crecimiento de 2009 podría estar entre 0 y 1%.

El problema con los estimativos optimistas del gobierno es que subestiman los problemas que se presentarán y conducen a una complacencia en temas como el de la política fiscal, y muy especialmente sobre la magnitud del ajuste que se requiere en el gasto público y el esfuerzo que debe hacerse en las contrataciones de crédito externo por parte del sector público.

Durante enero-febrero los ingresos del gobierno disminuyeron 2,8% frente a similar período de 2008, mientras que los gastos aumentaron 23,4%, lo que da una idea del camino inviable que llevan las finanzas públicas, que no es otro que el de un creciente déficit fiscal.

Simultáneamente, si se mantiene la actual inercia, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pago podría superar 9% del PIB en 2009, lo que representaría unos US$3.500 millones que tendrían que ser cubiertos con inversión extranjera, crédito externo o “quema” de reservas internacionales.

Ahora bien, bajo las difíciles condiciones externas actuales, lo más probable es que la inversión extranjera directa contribuya en términos netos con apenas US$1.200 millones a la financiación del déficit de balanza de pagos. A su vez, por el lado del crédito externo del sector privado el aporte neto (desembolsos menos amortizaciones) sería mínimo o incluso negativo, mientras que en lo relacionado con el crédito externo del sector público no pareciera que exista la suficiente celeridad por parte del gobierno para conseguir recursos de emergencia de entidades multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, que le proporcionen algún margen de maniobra para el manejo de la política económica.

Costa Rica tiene un bajo nivel de reservas internacionales, equivalente a menos de 3 meses de importaciones. La alternativa de “quemar” reservas internacionales prácticamente no existe. Así las cosas, la presión para devaluar el colón será cada vez mayor, puesto que, al final de cuentas, lo único que equilibraría las cuentas externas sería una disminución de las importaciones originada en su encarecimiento a través de la devaluación. Pero bien se sabe que una devaluación acelerada sin un fuerte ajuste en el gasto público y privado, trae consigo el peligro de un aumento incontrolado de la inflación, que ya es alta en Costa Rica (más del 12% anual).

En medio de este entorno, sorprende la complacencia del gobierno y de la opinión ilustrada sobre la inercia económica actual. El gobierno tendría que tomar la iniciativa para preparar al país sicológicamente sobre las difíciles épocas que se avecinan y las complejas medidas de política económica que, ojalá más temprano que tarde, tendrán que implementarse.