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Jorge Ospina Sardi
 
Los costos abiertos y disfrazados del denominado Estado de Bienestar lo han hecho inviable. La mayoría de la gente no percibe ni el origen ni la gravedad de la situación.
 
El economista Robert Samuelson en su columna de Newsweek lo ilustra con claridad. El Estado Niñera ha crecido demasiado como para ser económicamente sostenible (Samuelson lo llama Estado de Bienestar y no Estado Niñera como lo hacemos nosotros). He aquí los antecedentes del problema.

Una de las grandes transformaciones del Siglo XX fue la adopción por parte de los gobiernos de programas de educación, vivienda pública, provisión de salud, seguros de desempleo, pensiones y otros sistemas varios de redistribución del ingreso.

Antes del Siglo XX el gasto público en estas actividades era virtualmente inexistente. En 1870 el gasto público total en Estados Unidos era 7,3% del ingreso nacional, en Inglaterra 9,4%, en Alemania 10%, y en Francia 12,4%. En 2007 las cifras eran 36,6% en Estados Unidos, 44,6% en Inglaterra , 43,9% en Alemania, y 52,6% en Francia. Antes el gasto militar era el predominante, mientras que ahora lo es el gasto social.

Ahora bien, según Samuelson, para sobrevivir el Estado Niñera requiere de dos condiciones inexistentes actualmente en países como Estados Unidos y Europa: 1) un acelerado crecimiento económico que genere excedentes para pagar por los beneficios sociales, y 2) poblaciones jóvenes que puedan sostener a la población en edad avanzada.

La gran expansión del Estado Niñera en Europa empezó en los años cincuentas y sesentas, en momentos en los cuales el crecimiento económico de los países más ricos promedió 4,5% anual, una tasa superior al 2,1% anual que ha sido su tasa histórica desde 1820. Los creadores del Estado Niñera supusieron, explícita o implícitamente, que el alto crecimiento de la posguerra se mantendría indefinidamente. Pero eso no sucedió. Entre 1973 y 2000 el crecimiento económico cayó a su histórico de 2,1% anual, y más recientemente a un promedio inferior.

El factor demográfico también cambió. En la Comunidad Europea la población por encima de 65 años, que era 9% del total en 1980, aumentó a 16% en 2000, a 18% en 2010 y se proyecta que será 29% en 2050.

Las tendencias de Estados Unidos, aunque no tan extremas, son igualmente preocupantes. Por ejemplo, ahí la expansión del Estado Niñera fue ante todo en los años sesentas y setentas, con la creación de Medicare, Medicaid y las llamadas “food stamps”. En 1960, el 26% del gasto del gobierno federal eran beneficios o pagos a individuos, en tanto que en 2010 esa cifra fue 66%. Por otro lado, el crecimiento económico, que en los cincuentas y sesentas ascendió a 4% anual, cayó a 2,4% anual en 2000-2007 y a casi cero en los últimos tres años. A su vez, la población en edad avanzada pasó de 10% en 1990 a 13% en 2010 y se estima que llegará a 20% en 2050.  

Lo que no menciona Samuelson es que una característica del Estado Niñera es la inflexibilidad de su trayectoria. Solamente permite ir en una dirección: el otorgamiento de cada vez mayores beneficios y prebendas a una nunca satisfecha población.

No importa que las condiciones demográficas cambien, tampoco que con la globalización estas economías avanzadas se vean sometidas a una más intensa competencia, ni que sea necesario acudir a prohibitivos impuestos y elevadas deudas, tanto los políticos de turno como los grupos beneficiados harán hasta lo imposible para mantener al inviable modelo.

Es más, para sostenerlo se ha acudido al uso masivo de deuda, no solamente a nivel de los gobiernos, sino también con toda clase de facilidades crediticias a empresas y personas naturales, para lo cual se han adoptado requerimientos súper laxos de capitalización en los sistemas financieros. El resultado final es que la deuda total de los países avanzados es actualmente tres veces o más el tamaño de sus economías, y que como resultado esa deuda se ha vuelto impagable y sus establecimientos de crédito más representativos están al borde del colapso.

El desbordado endeudamiento es una característica inherente al Estado Niñera, totalmente concordante con el sistema de valores que lo sustenta. Paradójicamente, tal como concluye Samuelson, el Estado Niñera, que está diseñado para lograr seguridad y aminorar los conflictos sociales, se ha convertido en causa de inestabilidad, desasosiego y desilusión. Se trata de un modelo que con el transcurso del tiempo hace imposible compaginar las exigencias de unas diversas y crecientes protecciones individuales con las propias de un alto crecimiento económico en medio de un envejecimiento de la población.

Tan fuerte contradicción, que permaneció sumergida por décadas gracias a un supuestamente inagotable endeudamiento, ha aflorado con especial fuerza desde 2008, con unas consecuencias políticas que apenas empiezan a insinuarse.