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Jorge Ospina Sardi

 

El aumento del PIB fue de 8,5% frente al primer trimestre del año anterior. Industria, comercio, transporte, hotelería, servicios de comida, comunicaciones, y entretenimiento y recreación fueron los sectores que mas impulsaron ese elevado dinamismo económico.

 

Por el lado de la demanda (por el lado del gasto), el consumo final experimentó un incremento de 11,8% en el primer trimestre de este año frente al mismo período de 2021. El gasto de consumo individual de los hogares creció 12,2%, mientras que el gasto de consumo final del gobierno lo hizo en 8,6%. 

 

También por el lado de la demanda, la inversión (formación bruta de capital) registró una significativa recuperación al aumentar 19,7%, entre la cual la relativa al capital fijo lo hizo en 11%. Las exportaciones también fueron factor de expansión al crecer 16,8%. 

 

Hay que tener en cuenta que la comparación de este primer trimestre de 2022 es frente al primer trimestre de 2021 que fuera el último afectado por las restricciones de la pandemia del Covid-19. El impacto negativo sobre el PIB de esa pandemia se extendió desde el segundo trimestre de 2020 hasta el primer trimestre de 2021.

 

En los cuatro trimestres de alta incidencia de la pandemia, la economía se contrajo en 7,1% anual. Ahora bien, en los cuatro trimestres siguientes (y que incluye el primer trimestre de 2022) el PIB se expandió en 12,8% anual, o sea que superó con alguna amplitud la contracción previa. Al sumar los dos años el aumento promedio anual del PIB fue de 2,8%.

 

Este desempeño ha sido uno de los mejores a nivel de América Latina –e incluso del planeta– y constituye testimonio sobre la vitalidad de la economía colombiana y muy especialmente la de su sector privado. El gran desafío es consolidar esta importante recuperación, para lo cual se requiere ante todo que el clima para la inversión y el emprendimiento privado sea altamente favorable.

 

Igualmente es estratégicamente importante que sectores que aportan significativamente a las finanzas públicas y a la generación de divisas, como en el caso de los hidrocarburos y el carbón, contribuyan con un comportamiento expansivo. No hay que olvidar que la pandemia dejó como secuelas elevados déficits en las cuentas del gobierno y en el frente externo (balanza de pagos). 

 

Por otro lado, es previsible una desaceleración de la economía internacional. La de China está en una crisis que es estructural. La de Estados Unidos y países europeos han ingresado en espirales inflacionarias que hacen inevitables aumentos en las tasas de interés y la adopción de políticas monetarias que recojan, así sea parcialmente, las muy elevadas liquideces que se proporcionaron durante la pandemia. 

 

En Colombia la inflación también se ha disparado. La inflación anual al consumidor supera 9% y al productor 22%. El proceso de aumento en las tasas de interés ya se inició, aunque todavía no ha empezado a reflejarse del todo en reducciones de la liquidez y en una desaceleración de la cartera neta del sistema financiero, la que actualmente crece a un insostenible 16% anual.

 

Muy probablemente en el segundo semestre –y sobretodo en 2023– la economía colombiana, al igual que otras del planeta, pasarán por un período de ajuste para controlar inflaciones que no se veían desde hace décadas. Lo que es motivo de controversia es la magnitud de este ajuste. 

 

Por ahora se puede concluir que ese ajuste sería de una mayor envergadura si persisten problemas de oferta como los relacionados con alteraciones en las cadenas mundiales de suministros y que han generado alzas en los precios del petróleo, del gas natural y en general, de las materias primas y de los alimentos.