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Sin embargo, no es para cantar victoria. Este rebote no indica que la mayor economía del mundo haya superado su crisis.
 
El crecimiento económico del tercer trimestre de 2009 fue el anticipado por la mayoría de los analistas. Viene luego de caídas en el PIB de 3,8% en el último trimestre de 2008, y de 6,4% y 0,7% en el primero y segundo trimestre de este año. Lo normal es que haya rebotes trimestrales o semestrales en la estadísticas del PIB después de caídas como esas. La pregunta relevante es si ese rebote es lo suficientemente fuerte y sostenible como para salir del fondo.

Hay varias razones para pensar que todavía está lejano el retorno a una situación de elevado dinamismo económico. Lo primero que hay que señalar es que parte del mejor desempeño de la producción se originó en el impacto de los créditos tributarios que otorgó el gobierno federal a los compradores de vivienda y de los programas especiales de descuento para la compra de vehículos. Estos incentivos gubernamentales dirigidos a los consumidores son artificiales, por decirlo de alguna manera. Son provisionales y no responden a una economía que está generando un mayor poder de compra a través de la creación de más y mejores empleos.

De hecho, la tasa de desempleo de Estados Unidos ha venido en aumento y actualmente se sitúa en 9,8%. Su tendencia es creciente y es probable que llegue a 10,5% a mediados de 2010. Por otro lado, la deuda de los consumidores se mantiene en niveles históricamente altos y las encuestas señalan que sus expectativas sobre la economía se han deteriorado a partir de septiembre. El mercado hipotecario sigue postrado y el sistema financiero todavía se encuentra en cuidados intensivos.

Si bien los inventarios aumentaron luego de reducciones en los trimestres anteriores, no hay una suficiente confianza por parte de los empresarios para empezar a invertir. El gobierno de Barack Obama ha contribuido a incrementar la incertidumbre con sus proyectos de ley en temas como la reforma al sistema de salud y en el sector energético que contemplan aumentos de impuestos. Por otro lado, el creciente déficit del gobierno federal es insostenible a largo plazo y lleva a pensar que el peso de su financiación recaerá sobre un ya golpeado sector privado.

En otras palabras, no se vislumbra que la economía de Estados Unidos esté ad portas de entrar en un círculo virtuoso de crecimiento del consumo y de la inversión. De hecho, la debilidad actual del dólar es una manifestación de la falta de confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros en el futuro desempeño de esa economía.

El National Association for Business Economics pronostica un crecimiento del PIB de 2,4% para el cuarto trimestre de 2009 y de 2,5% para el primer trimestre de 2010. Pero otros analistas consideran que estos estimativos son optimistas y que el crecimiento en los primeros meses del año entrante se aproximará a 1%. Así las cosas, la economía de Estados Unidos habría tocado un fondo del cual no saldría en el cercano futuro, así experimente tasas ligeramente positivas de aumento en el PIB. Se trataría de un escenario caracterizado por una débil recuperación sin creación de empleo.

La pregunta del millón es si más adelante, hacia el segundo semestre de 2010, la economía de Estados Unidos estaría en condiciones de empezar a crecer sostenidamente, sin necesidad de estímulos artificiales. A estas alturas, el horizonte no está lo suficiente despejado como para pronunciarse positivamente.