Quieren continuar en la eurozona sin realizar el esfuerzo propio requerido sino a costa del dinero ajeno.
Grecia es un país bastante improductivo que ha vivido últimamente de la deuda externa y del turismo. Dentro de la eurozona tiene la burocracia pública mas alta en relación con su PIB. Sus erogaciones para pensiones son también de las mas altas en relación con el PIB. Su gasto militar en relación con el PIB es igualmente de los mas elevados en su vecindario.
Su ingreso al euro le permitió vivir durante unos años mucho mas allá de sus medios. A base de deuda y de ayudas de sus socios elevó su PIB a unos niveles no concordantes con el aporte productivo de su población.
Desde hace aproximadamente cinco años el gobierno griego y sus principales acreedores han intentado ajustar la economía a unos niveles de deuda mas razonables, lo que ha implicado una cierta austeridad en el gasto público, algunos aumentos de impuestos y medidas dirigidas a reducir la burocracia pública y unas exageradas pensiones.
Un arduo camino sin duda, que se vio truncado cuando a comienzos de 2015 ganaron unos políticos izquierdistas opuestos a continuar con los ajustes. Los griegos votaron por no mas políticas de austeridad, pero al mismo tiempo han manifestado su intención de continuar disfrutando de las ventajas de pertenecer al exclusivo club de la eurozona.
En otras palabras, los griegos votaron por no pagar lo que deben y simultáneamente, por no sufrir las consecuencias de esa decisión. ¡Qué buena que es la democracia como la entienden los griegos! Suficiente con depositar unos votos en unas urnas para resolver el tema de una economía que vive a costa del dinero ajeno y no del esfuerzo propio.
Pero como si lo anterior fuera poco, se han dedicado a insultar a sus mayores acreedores, como si ellos fueran los culpables de la situación. En especial, llevan varios meses denigrando de Alemania y de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
Pues bien, si se ratifica la trayectoria actual de los acontecimientos, los griegos terminarán por no devengar en euros sino en una depreciada moneda como lo sería el dracma. El ajustón de cinturón sería mayúsculo. Por esta vía se reducirían los salarios y las pensiones a niveles bastante menores que los implícitos en los programas de ajuste que con tanto fervor ahora repudian. Definitivamente el IQ colectivo de los griegos ha alcanzado niveles sin precedentes.
Su ingreso al euro le permitió vivir durante unos años mucho mas allá de sus medios. A base de deuda y de ayudas de sus socios elevó su PIB a unos niveles no concordantes con el aporte productivo de su población.
Desde hace aproximadamente cinco años el gobierno griego y sus principales acreedores han intentado ajustar la economía a unos niveles de deuda mas razonables, lo que ha implicado una cierta austeridad en el gasto público, algunos aumentos de impuestos y medidas dirigidas a reducir la burocracia pública y unas exageradas pensiones.
Un arduo camino sin duda, que se vio truncado cuando a comienzos de 2015 ganaron unos políticos izquierdistas opuestos a continuar con los ajustes. Los griegos votaron por no mas políticas de austeridad, pero al mismo tiempo han manifestado su intención de continuar disfrutando de las ventajas de pertenecer al exclusivo club de la eurozona.
En otras palabras, los griegos votaron por no pagar lo que deben y simultáneamente, por no sufrir las consecuencias de esa decisión. ¡Qué buena que es la democracia como la entienden los griegos! Suficiente con depositar unos votos en unas urnas para resolver el tema de una economía que vive a costa del dinero ajeno y no del esfuerzo propio.
Pero como si lo anterior fuera poco, se han dedicado a insultar a sus mayores acreedores, como si ellos fueran los culpables de la situación. En especial, llevan varios meses denigrando de Alemania y de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
Pues bien, si se ratifica la trayectoria actual de los acontecimientos, los griegos terminarán por no devengar en euros sino en una depreciada moneda como lo sería el dracma. El ajustón de cinturón sería mayúsculo. Por esta vía se reducirían los salarios y las pensiones a niveles bastante menores que los implícitos en los programas de ajuste que con tanto fervor ahora repudian. Definitivamente el IQ colectivo de los griegos ha alcanzado niveles sin precedentes.