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Toda lo que se ha escuchado sobre la decadencia de Estados Unidos no es más que la expresión de mentalidades pelmazas o bombetas, sin perspectiva histórica alguna.
 
A raíz de la crisis económica global se han escuchado y leído toda clase de comentarios sobre cómo Estados Unidos ya no desempeña el papel de la gran y única superpotencia mundial. Que su decadencia es evidente y que la actual crisis es el final del “imperio”. A los pelmazos o bombetas que han dicho eso hay que recordarles que lo que está demostrando la actual crisis es exactamente lo contrario.

Las crisis económicas han sido recurrentes a lo largo de la historia de la humanidad y de los distintos países. Van y vienen, al igual que las buenas épocas. Pero nunca como ahora, una crisis en un país, Estados Unidos, ha afectado tan rápida y profundamente al resto del planeta. Hubo otras ocasiones en las cuales una recesión en Estados Unidos no hundió a las economías de Japón y Europa, por ejemplo. Pero en este caso, no hay país del planeta que se respete que no haya empezado a sentir ya, con todo el rigor del caso, las consecuencias de la recesión de Estados Unidos.

Muchos pelmazos dijeron al comienzo de la crisis (y los hay que todavía lo dicen) que China iba a sustituir a Estados Unidos como el líder económico mundial. Pero resulta que la economía moderna de China –la parte más dinámica de su economía– es totalmente dependiente de las exportaciones a Estados Unidos, Europa y Japón, y de las importaciones de capital y tecnología provenientes de allí. Si esas tres regiones entran en recesión, tal como ya es el caso, es inevitable que China también lo haga, tal como ya se insinúa. Es más, la principal preocupación con China es sobre cómo afectarán los tiempos económicos difíciles que se le avecinan su estabilidad política y social.

O sea que la crisis económica global lo único que ha demostrado es que, en esta área, el mundo baila al ritmo que impone la economía de Estados Unidos, sea uno lento o sea uno rápido. No hay ninguna otra economía mundial grande y fuerte que esté en capacidad de bailar a un ritmo diferente. En último término, lo que los pelmazos consideran es la decadencia económica de Estados Unidos, sería en realidad la decadencia económica del planeta entero.  

Porque el concepto de “decadencia” es uno relativo. Se decae pero, ¿frente a quién? Por otro lado, si se analiza el tema con perspectiva histórica, aunque la actual recesión sea de las grandes, de ninguna manera se desprende de esa conclusión que el planeta, con Estados Unidos a la cabeza, esté irremediablemente condenado a sufrir una decadencia económica definitiva.

No se puede dejar por alto, además, otro tema relacionado con la supuesta decadencia del país del norte. Después de ocho años de presidencia de George W. Bush, nunca como antes, desde que se convirtió en superpotencia al concluir la Segunda Guerra Mundial, el poderío militar de Estados Unidos ha superado al del resto de los países del planeta en tan significativa proporción. No hay otro país que se le aproxime lejanamente en este campo. Tan grande supremacía militar es un caso único en la historia de la humanidad. Sin duda, será objeto de curiosidad histórica en un futuro no tan lejano las circunstancias que llevaron a un país del planeta a tenerla. Como sea, es un logro del presidente Bush, desde el punto de vista de su país, haber consolidado aún más esa supremacía.  

Ni en términos económicos, ni en términos militares, entonces, hay país que se le acerque a Estados Unidos actualmente. Y en términos políticos y sociales, también difícilmente. Nadie cuestiona la fortaleza de su sistema político y menos ahora que el país eligió a un presidente de una minoría étnica con la cual ha habido serios problemas de integración. Ningún otro país ha demostrado poder asimilar en forma tan exitosa a diferentes y tan diversos grupos étnicos originarios de los cinco continentes del planeta.

De hecho, sobre ningún otro país siguen las miradas puestas del resto del mundo como sobre Estados Unidos. La increíble audiencia planetaria que tuvo la última elección presidencial es el más reciente testimonio de que a pesar de todo, con crisis económica o sin crisis económica, se le aplica a Estados Unidos aquella canción mexicana que dice, “pero sigo siendo el rey”.