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Así lo ha determinado la bola de cristal de LaNota.com que por lo general acierta en este tipo de pronósticos. El shock en Washington y en el resto del mundo será de inmensas proporciones.
 
Lo primero que hay que decir es que las encuestas están tan pifiadas como lo estuvieron en la elección del Brexit y en el plebiscito sobre el Acuerdo entre el gobierno y las Farc en Colombia. Estas dos elecciones fueron atípicas, tal como lo será la presidencial de Estados Unidos el 8 de noviembre.

En las primarias Trump casi siempre superó los resultados de las encuestas mientras que Hillary Clinton casi siempre obtuvo menos votación de lo que ellas indicaban. Todo esto se debe al factor entusiasmo: los partidarios del magnate son mucho mas entusiastas que los de Hillary. Eso se refleja en los eventos de ambos: el candidato republicano llena coliseos y recintos, lo que no sucede con la candidata demócrata.

Al factor entusiasmo se unen otros factores. La población afro americana, que votó masivamente por Barack Obama en las dos elecciones anteriores, en esta ocasión está desanimada. A su vez, los independientes, que son los que casi siempre definen, se inclinan hacia Trump. Los jóvenes, que también fueron un factor importante en los triunfos de Obama, no se los ve especialmente sintonizados con Hillary.

Pero es más, hay todo un grupo de la población que no ha votado en elecciones anteriores –blue collars y miembros de la tercera edad– que lo harán en esta ocasión por Trump. Esto es especialmente importante en algunos estados de New England y el Midwest donde los demócratas han disfrutado de cómodas ventajas en elecciones anteriores.

Pero bueno, la pregunta es cuál sería el camino del triunfo para Trump en el Colegio Electoral, que es donde se define todo. Si gana Florida, Carolina del Norte y el resto del Sur (menos Virginia), al igual que Arizona y Nevada (o en su defecto Colorado), y triunfa en Ohio y Iowa donde ya es favorito, habrá conseguido la mayoría en el colegio electoral.

Pero Trump tiene además unos comodines muy interesantes para compensar un traspiés en este camino hacia la victoria. Ellos son los estados donde es significativo el voto de los blue collar. Estamos hablando de Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. En estos estados las encuestas muestran una ligera ventaja a favor de Hillary, situación preocupante para ella puesto que en anteriores elecciones se daba por descontado el triunfo ahí del candidato demócrata.

Ahora bien, varias de las encuestas nacionales y estatales, que le dan amplios márgenes de triunfo a Hillary, están escandalosamente sesgadas. En las respectivas muestras colocan indebidamente a los demócratas en una proporción mucho mas alta que la de los republicanos; sobrestiman la participación de la población afro americana, y subvaloran la participación de los independientes y de nuevos votantes que en número significativo están siendo atraídos por Trump.

En las filtraciones de Wikileaks de la campaña de Hillary ha quedado en evidencia que una de las estrategias es la de desanimar al oponente con encuestas sesgadas que supuestamente muestran que Trump está derrotado. Para ello la campaña demócrata dispone de la complicidad de la gran mayoría de los medios tradicionales de comunicación que son los que organizan varias de estas encuestas.

Se trata de una manipulación similar a la que hubo en el caso del Brexit y del plebiscito de Colombia en la que los encuestadores se olvidaron, en algunos casos de mala fe y para influenciar indebidamente a la población, que estas eran elecciones atípicas con patrones de votación diferentes a los de elecciones anteriores.