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Más que duplica a la tasa oficial de cambio más alta. La falta de divisas de Venezuela es cada día más dramática. A ese país sólo se le puede vender de contado.
 
El dólar negro o paralelo alcanzó 8.94 bolívares a comienzos de junio de 2010, más del doble de la tasa oficial de 4.30 bolívares. Nada lo detiene. Su ascenso, que refleja la escasez de divisas y la falta de confianza en el gobierno de Hugo Chávez, agudiza la crisis de abastecimiento de alimentos y de otros bienes básicos de la canasta familiar de los venezolanos, así como de insumos, maquinaria y equipo fundamentales para el funcionamiento del sector productivo.

Bajo cualquier óptica que se analice, la situación de divisas del país petrolero más rico de América Latina, es verdaderamente lamentable. No solamente no hay dólares para no importar lo básico, sino que el gobierno no tiene cómo cumplir compromisos adquiridos con anterioridad.

El gobierno de Venezuela no es transparente con su información financiera, de manera que no se puede hacer un informe exacto pormenorizado de la situación. Pero si se puede dibujarla de un brochazo.

¿Qué activos líquidos tiene el gobierno venezolano para respaldar sus compromisos mas o menos urgentes? Las reservas internacionales líquidas del Banco Central Venezolano (BCV) podrían estar alrededor de US$12.000 millones, luego de los múltiples zarpazos que Hugo Chávez les ha dado para financiar su gasto público.

¿Qué otros activos líquidos tiene a su disposición Chávez? Pues los relacionados con transferencias de los excedentes de la gallina de los huevos de oro. ¿Y quién es la gallina de los huevos de oro? PDVSA. Puesto en otras palabras, los excedentes que proporciona el negocio de las operaciones petroleras de PDVSA. El problema es que este negocio ya no deja como antes. Veamos las razones.

El precio internacional del petróleo no está en el mejor nivel. La producción de crudo de PDVSA ha caído, al igual que su producción de refinados. Los gastos de la empresa estatal se han disparado como consecuencia de los colgandejos (asignación de responsabilidades que no son las del negocio petrolero), de la absorción de personal de empresas expropiadas y de costosas convenciones colectivas. PDVSA se ha visto forzada a asumir el costo de crecientes importaciones de gas natural para la generación de energía termoeléctrica. Le ha correspondido contribuir a la financiación de inversiones en el sector eléctrico.  También ha pagado por los “regalos” energéticos de Chávez a países aliados como Cuba, Nicaragua y Bolivia. Sobre ella recae el costo del subsidio a la gasolina (en Venezuela, el precio de la gasolina es irrisorio). Fuera de eso, PDVSA supuestamente debe proporcionarle divisas al BCV y alimentar al mercado paralelo.

El hecho cierto es que PDVSA está quebrada. Ya le pignoró a China exportaciones futuras de petróleo y refinado (100.000 barriles diarios durante los próximos 10 años) a cambio de dólares que ya fueron gastados. Quiere pignorarle a Italia otras exportaciones anuales de 50.000 barriles diarios. La empresa estatal no está generando excedentes operativos y ha optado por endeudarse para cumplir con sus transferencias al gobierno de Chávez. Ya nadie confía en sus bonos (por lo que está intentando colocar unos a través de Citgo, su empresa distribuidora de gasolina en Estados Unidos).

En su desespero, PDVSA últimamente ha salido con la peregrina idea de pignorar hasta las reservas de crudo pesado que están enterradas en la Faja del Orinoco.

El gobierno venezolano reconoce que la deuda de PDVSA ascendía al finalizar 2009 a US$21.410 millones. Pero en esa cifra no están incluidas las pignoraciones, ni tampoco las deudas provenientes del pago de nacionalizaciones de compañías petroleras extranjeras y que penden de pleitos que se decidirán en cortes internacionales.

Al tiempo que PDVSA no genera excedentes operativos, que continúa subsidiando al resto del sector público y que su capacidad de endeudamiento adicional es cada vez más limitada, se compromete, en acuerdos con otras compañías petroleras internacionales, a invertir ella misma cerca de US$70.000 millones en proyectos de explotación del crudo pesado del Orinoco.  

Por otro lado, al finalizar 2009 la deuda externa total del gobierno venezolano, incluida PDVSA, era US$64.000 millones. La deuda interna US$20.000 millones. A ello habría que agregar la deuda recientemente adquirida con China de US$28.000 millones. Más las eventuales compensaciones a compañías extranjeras expropiadas que podrían llegar a US$30.000 millones. Más convenciones colectivas de empleados públicos no atendidas. Más déficit no cubiertos en la mayoría de las empresas públicas.
 
Es decir, Venezuela está quebrada y por eso son los desabastecimientos y el desplome de la economía productiva. La situación financiera es tan estrecha, que tanto Chávez como algunos de sus colaboradores, le han echado el ojo a los depósitos del sistema financiero (al ahorro financiero de los venezolanos).

Venezuela es actualmente como un hueco negro: una economía que cada vez produce menos y que consume con creciente velocidad la decreciente riqueza disponible. Su gobierno se asemeja a un dinosaurio que se ha engullido buena parte de la riqueza del país, y que anda desesperado por engullirse lo que queda de ella.